Desde el inicio del desarrollo de los media, se planteó la posibilidad de afrontar los problemas de la transmisión y la distribución del saber de otra manera. Con la democratización al acceso a la información y con la colaboración de la institución educativa, se podía dar un giro a los mecanismos de generación, difusión y apropiación del conocimiento. Pero tanto los medios como la escuela trataban de extenderse, manteniendo su estilo y sus géneros, su público y su personal, su misión. Consecuentemente medios y escuela confrontados en un mismo espacio, se repelían el uno al otro.
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Desde la institución educativa se impugna la “dignidad cultural” de los medios. |
Pero la avalancha de imágenes y la abundancia de mensajes que proporcionan los medios ponen de manifiesto su poder de convocatoria. La escuela toma conciencia de la fuerza de los medios que innegablemente están presentes en todos los órdenes de la sociedad. La institución educativa se ve sin recursos y sin respuesta ante su dinamismo y comienza a percibirlos como una poderosa competencia. En este contexto se ve a los medios y los nuevos canales de comunicación como algo exterior a la cultura, de carácter maligno, perverso y deshumanizador, dilatando la brecha entre el sistema educativo y los propios media.
Por otro lado, los medios han visto con recelo, hostilidad y desconfianza a la institución educativa. La actitud de la escuela es proteccionista, y los profesores son los “guardianes de la moral”, preservando a los niños de la maldad que hay en los medios que creen que una enseñanza sobre comunicación es una actividad completamente negativa. Además hay dudas sobre la capacitación de los profesores a la hora de abordar las cuestiones relacionadas con la práctica profesional de los medios.
Más allá de los distanciamientos, el gran obstáculo entre escuela y medios está en el modo diferente que tienen los dos grupos de conceptuar los medios mismos y que J.L. González Yuste define como:
- Espejo ventana: los medios cumplen la función de reflejar la realidad, o bien, ofrecer una visión transparente de ella. Esto supone una relación plana, tibia y sin conflictos entre medios y realidad
- Factoría ficción: defiende que los medios tiene un papel mucho más activo y construyen una realidad mediatizada o confeccionan una determinada representación de ella, con valores implícitos.
Desde esta óptica, existe una barrera que separa el mundo de la comunicación y el de la enseñanza. Parece pues evidente que la educación en la sociedad de la información, ante el protagonismo de los medios y las nuevas tecnologías de la comunicación, necesita una renovación y una transformación más profunda, y dirigida a sus programas, sus métodos y sus objetivos. En definitiva, como dice Martín Barbero (1996) sería necesario “un nuevo proyecto pedagógico que cuestione radicalmente el carácter monolítico y transmisible del conocimiento, que revalorice las prácticas y las experiencias, que alumbre un saber mosaico hecho de objetivos móviles y fronteras difusas, de intertextualidades y bricolaje”.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Varios autores, (2000): Comunicación y educación en la sociedad de la información. Nuevos lenguajes y conciencia crítica (Barcelona, ed. Paidós). Cap. 7, Pág. 171 a 219 (Autor: José Luis González Yuste)
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